abril 10, 2012


El inconciente no significa nada… hasta que se lo descubre… ¿o se lo inventa?


Lic. Sandra M. Leal


“… nada comunica menos de sí que un sujeto tal
 qué a fin de cuentas, no esconde nada.”
J. Lacan – Clase sobre lituraterra


Descifrar los enigmas del deseo, pedido último que todo paciente trae (aunque no lo sepa), no es sin trabajar con el inconciente.  Ese inconciente esquivo, confuso, intrigante y siempre presente en todo análisis.

Inconciente estructurado como un lenguaje, conjunto de elementos discontinuos, lógica de incompletud… Cuántas maneras para referirse a lo mismo que no hacen más que  subrayar eso magistralmente anticipado por Freud, la noción de Sujeto alejado de un Yo de la síntesis.

¿Descubrimiento?... antes de Freud nadie habló de él.
¿Invención?... antes de Freud nadie trabajó con él.

Entonces, quizás descubrimiento e invención al mismo tiempo, ya que si no se lo busca, no se lo descubre y por consiguiente no se lo trabaja.

Es a partir de Freud que los analistas descubren y/o inventan a diario el inconciente… de sus pacientes, claro está.  Pero llegó Lacan…

Y Lacan no es sin Freud, pero la lectura del primero reordena la obra del segundo, así que puede ser esclarecedor ir tomando conceptos de ambos.

De una manera o de otra, lo cierto es que el inconciente opera.  Y tanto es así que a veces llegan pacientes en los cuales el inconciente parece ser el dueño de su destino de ser hablante.

Y es este ser hablante, el que en su encuentro con el analista quedará expuesto a la idea y al manejo que éste haga del inconciente. 

No es lo mismo pensar al inconciente como Unbewusste que como L’une-bévue, según los dichos de Freud y Lacan respectivamente. 

Para Lacan “el inconciente es una hiancia, una hendija real cernida por la letra, cuya función esencial es hacer del sujeto un potencial ‘borrador’ de huellas que ha dejado impreso el paso del Otro”. 

Y según él para Freud “es la presencia, en el nudo del funcionamiento del sistema psíquico, de la ausencia de la cosa”.  

“Esa falta, esa ‘extimia ausente’, ese carozo real, es la raíz que hace que a su alrededor se teja el enjambre de representaciones del Sujeto.  Ese nódulo es aquel alrededor del cual se escribe la instancia de la letra en el inconciente.  Letra hacia cuyas fronteras el conjunto del tejido de recuerdos puede girar para decir algo, algo nuevo, algo diferente de lo calculable y previsible por el Otro auxiliante.” (1)

Unbewusste privilegia el inconciente como saber que no se sabe.

L’une bévue acentúa el saber en la falla, donde surge el goce.
El inconciente freudiano refiere a aquello que le ha venido al sujeto por vía de las palabras, por las distintas identificaciones, aquello que ha sido reprimido y retorna sorprendiendo en el fallido, en los sueños, etc.  El inconciente queda equiparado al saber.

Lacan inventa un real nodal, en relación a un inconciente no sabido, un inconciente con estructura de pulsación que más que repetición de lo mismo, es producción de lo nuevo.

Y es en el consultorio, en el ejercicio de la clínica del análisis donde se lo descubre y donde también se lo inventa sesión a sesión, bajo la mirada teórica que cada analista haya tomado.  Porque es la clínica la que va develando enigmas cuando decidimos interrogarlos.  Los discursos son una verdad a medias; la verdad de la verdad no existe, hable quien hable porque hay un decir donde no todo se sabe.

En este sentido, Freud decía que “hay un saber inconciente”.  La tarea del analista sería escuchar qué se dice cuando el decir no iguala a lo dicho.

El saber inconciente ofrece en la letra un acercamiento entre saber y goce.  Y es esta letra la representante del inconciente que acerca a nuestra práctica el síntoma.  La letra debe tomar la palabra para que cada sujeto escuche de qué manera tan “extraña” a él se presenta su goce.

“… pero lo escrito que se fabrica con el lenguaje, tal vez pueda ser material idóneo para que se transformen allí nuestras palabras”  (2)

Tomando esta idea de Lacan, y quizás “abusando” de lo que quiso transmitir puede ser interesante recurrir al diccionario para seguir “develando” la pregunta sobre descubrimiento o invención.

Descubrir: Manifestar, destapar, hallar algo escondido o ignorado.  Alcanzar a ver.  Llegar al conocimiento de algo.  Quitarse de la cabeza el sombrero. (3)

Inventar: Hallar cosas nuevas o no conocidas.  Crear su obra el artista.  Fingir.  (3)

“Hallar algo escondido o ignorado”, se parece bastante a “hallar cosas nuevas o no conocidas” y también a “lo enigmático que resulta el inconciente”.

Y “abusando” aún más de la definición lacaniana, al tomar la última frase de cada uno de los conceptos tenemos que: descubrir es “quitarse de la cabeza el sombrero” e inventar es “fingir”.  Qué mejor metáfora para hablar del inconciente que esta de “fingidor”, aquel que no dice la verdad, el que miente, el que muestra lo que no es.  Pero bastará con ir develando velo a velo sus engaños para encontrar su verdad.  Habrá que “quitarse de la cabeza…” viejos goces para adueñarse de la letra que el inconciente atesora.

Una producción literaria, un libro, puede tomarse como un recorte, una mirada, que si bien puede dejar cosas afuera, aquellas que incorpora transmiten algo de sus personajes, marcas que el autor les hace arrastrar y que nosotros con total impunidad podemos usar para inmiscuirnos en sus “vidas” y recrearlas a nuestra manera, o sea, analizándolas.

Y no se trata de elaborar verdades esclarecedoras, sino de recrear la fantasía impresa para que se convierta casi en un caso clínico al cual sacar provecho.  Y entre descubrimientos e invenciones poder extraer algún atisbo de claridad clínica, siendo nosotros también parte del texto y del contexto subjetivo que allí se despliega.

En este sentido, vuelve la Clase sobre lituraterra: “… la crítica literaria efectivamente se renovaría por el hecho de que el psicoanálisis esté allí para que los textos se midan con él, justamente porque el enigma queda de su lado, sin que intervenga”.

Así como un libro puede conducir a esto, también lo puede hacer una película.  “Cuando se apagan las luces y comienzan a proyectar el film elegido, quedamos a merced de nuestro inconciente tanto como cuando llegamos al consultorio de un analista, sólo que en el cine, estamos también a merced de la obra.  Si bien un film no es un fantasma inconciente, tiene la virtud de despertarlo y de reflexionarlo: o sea, que le vuelva al espectador en forma invertida movilizando sus identificaciones y desarrollando afectos en la conciencia.  En esto supongo se sostiene la pregnancia que el cine tiene en la subjetividad moderna.” (4)

En La elegancia del erizo de Muriel Barbery, aparecen 2 ó 3 personajes principales y un grupo de secundarios, todos ellos con ricos matices, dignos de ser tomados cada uno de ellos como objeto de nuestro análisis en ese recorte mencionado.

Entre los principales está Renée, que ocupada y preocupada por esconderse, no hace más que mostrarse todo el tiempo… para quien quiera verla. 

“…nada comunica menos de sí que un sujeto tal que a fin de cuentas, no esconde nada.”(2)

En este caso será el japonés, quizás por una especial sensibilidad, el que pudo vislumbrar lo escondido para dar pie a que fuera saliendo.  Saliendo en su doble vertiente, lo que se pretendía esconder y también a Renée, quizás incluso a su pesar.

¿Cómo el japonés comenzó a develar lo oculto?  Casi inventando, casi descubriendo, hasta aflojar resistencias añejas, tanto goce… tanto discurso… tanto inconciente.   Ese goce que opera como necesidad de discurso y que se manifiesta en la repetición.  Ese inconciente que ante todo es discurso.

La salida al mundo de Renée es a puro semblante, tomando al erizo como “escudo”. (5)

Pero Renée no atravesó con esto la experiencia analítica y aunque así hubiera sido, la identificación con el objeto de su fantasma hace que siga ofreciéndose como objeto de goce del Otro.  Algo en la estructura persistirá como goce ilimitado, esas marcas que son de lo real y que hacen a la constitución de cada sujeto. 

Si gran parte del trabajo en psicoanálisis es rastrear una verdad tras una metáfora, el erizo es esa metáfora (en este caso tomada por la autora).

“En este sentido, ‘construir un caso’ elude la discusión sobre la verdad, la mentira y la falsedad y se focaliza en aquello que siendo metáfora de lo particular enlaza lo universal con lo singular, lo necesario con lo contingente, lo cierto con lo incierto, lo crédulo con lo incrédulo”.(4)

En el Seminario De un otro al otro, Lacan dice: (6)

“… no hay teoría del inconciente como tal, hay teoría de la práctica analítica.”

Y agrega:

“… uno aprende sobre el Otro que lo habita por poco que se tenga una experiencia del inconciente.”

Es la experiencia del inconciente lo que marca el campo de nuestra práctica.

Después de todo este recorrido, y de haber “jugado” con los términos que dieron nombre al seminario (descubrimiento – invención), puedo volver al título del presente trabajo y preguntarme:

¿Se lo descubre, o se lo inventa?

Para mi “gusto”: se lo descubre y se lo inventa.  Por momentos será una, por momentos será otra.   En la práctica analítica se delineará  esa experiencia del inconciente que cada paciente transita.

Y ¿qué puede significar el inconciente si corre por fuera de una práctica analítica? 

Y me respondo: nada.  El inconciente no significa… nada.











Bibliografía

• Lacan, Jacques – Seminario 18 De un discurso que no fuera del semblante- Cap. VII Clase sobre lituraterra  (2)
• Rabinovich, Norberto – El inconsciente lacaniano – Letra Viva
• Jabif, Elena – Experiencia del inconciente (coloquio de verano EFBA 2008)  (6)
• Rodríguez Ponte, Ricardo – El inconsciente en Freud y en Lacan: respuestas a un cuestionario – EFBA
• Domb, Benjamín – Avances lacanianos del inconsciente freudiano (artículo EFBA)
• Mirta Goldstein – El caso cinematográfico y lo ficcional en psicoanálisis – El Sigma.com – 2012  (4)                  
• Amigo, Silvia – El inconciente en Freud y Lacan y las paradojas del “inconciente” en las neurociencias – Cuadernos Sigmund Freud nº 26  (1)
• Vegh, Isidoro – Los límites del saber (artículo)
• Maciel, Victoria – Renée deja caer al erizo – Trabajo presentado en las XIX Jornadas Psicoanalíticas de Presentaciones Clínicas – Colegio de Psicólogos de San Isidro – 2011  (5)
• Barbery, Muriel – La elegancia del erizo
• Diccionario Enciclopédico de la Academia Argentina de Letras  (3)                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                    

febrero 15, 2011

Consejos antes de ir al diván

El psicoanálisis (en este término incluiremos la práctica ortodoxa y las psicoterapias basadas en la teoría psicoanalítica) continúa siendo el mejor instrumento conceptual y práctico para el desciframiento de los mecanismos de la mente y para el tratamiento de los problemas psicopatológicos del ser humano.  Por ello acudir a la consulta de un buen psicoanalista, es decir con un profesional de buena formación y de honesta vocación, es la mejor decisión a tomar ante síntomas que dificultan el vivir.  Es bueno estar prevenido ante ofertas de tratamientos "más rápidos y más eficientes" que, a la larga, demuestran su inoperancia luego de hacer perder tiempo y dinero.

Uno de los problemas más serios es que hoy se llama "psicoanalisis", genéricamente, a una amplísima variedad de tratamientos o seudotratamientos, muchos de ellos ejercidos con irresponsabilidad por quienes no han recibido la formación que Freud consideraba indispensable: un riguroso psicoanálisis personal, supervisiones con profesionales de mayor experiencia, la severa protección del secreto profesional.  Es de reconocer y de lamentar que en los últimos años el psicoanálisis haya sufrido un proceso de degradación similar a todas las actividades nobles en nuestro país y que la crisis económica haya afectado la posibilidad de formarse para los terapeutas y la de tratarse para los pacientes.
Es por todo ello que no estarán de más algunos consejos:

1. Elija bien a su psicoanalista.  No es tarea fácil.  El pudor que habitualmente provoca el necesitar tratamiento psicoterapéutico hace que la búsqueda sea más tortuosa que elegir un oculista o un abogado.  A veces será una prima o, mas frecuentemente, la voz impersonal de una empleada de la obra social o de la prepaga comuinicará el nombre y teléfono de alguien que figura en la cartilla, preferentemente cerca de su domicilio.  Lo mejor será elegir con cuidado pues no es improbable que en ello esté en juego el destino de su vida.  No vacile en solicitar en la obra social o en la prepaga el currículo del terapeuta recomendado, están obligados a dárselo.  Sepa también que los únicos autorizados a ejercer legalmente la psicoterapia son los psicólogos/as y los médicos/as.  Los formados en "counseling" o en psicología social tienen otras incumbencias y delinquen cuando invaden el campo terapéutico.

2. Usted le paga a su psicoanalista para que lo ayude a resolver sus problemas, no para ser amado por él o por ella, tampoco se sienta en la obligación de devolverle amor.  Deberá esperar un trato cordial como el que se sobre entiende entre personas civilizadas pero desconfíe si su psicoanalista se esfuerza por ser seductor y amigable, ello puede ser un serio obstáculo en el curso de un tratamiento.  Si alguna vez se escucha a usted misma diciendo "mi analista es muy simpàtica, somos muy amigas" tenga por seguro que algo está funcionando mal.  Tanto afecto recíproco será un obstáculo para su progreso porque en el tratamiento no sólo se habla de sus dificultades para vivir sino que, afortunadamente, también las transferirá a la relación terapeútica.  Por ejemplo, alguien que ha tenido un padre muy autoritario y por lo tanto odiado transfiere inconcientemente dicho sentimiento a todos quienes ocupan un rol de autoridad en su vida.  Es por ello que el progreso en su profesión o en su trabajo se verá dificultado porque sostendrá una mala relación con sus jefes-padres.  Bienvenido será entonces que reproduzca dicho síntoma en su relación psicoanalítica pues es allí donde podrá hablarlo, concientizarlo y modificarlo gracias a que atravesará una etapa de "mala relación" en que se atrasará en el pago de los honorarios, o faltará con frecuencia, o reprochará a su analista la inutilidad de su tarea.  Esto será imposible en aquellos "psicoanalisis" que se instalan en una inconmovible atmósfera de "amor", de afecto recíproco, lo que suele responder a una íntima necesidad del terapeuta y no a un beneficio para el paciente.

3. No acepta consejos de su psicoanalista. Si éste se siente autorizado a darlos accede automáticamente a la categoría de "amigo", uno más en su lista de bienintencionados consejeros al cual podrá  citar en un bar y compartir un café mientras emprende la búsqueda de un profesional mas consistente.  Es que el escenario del tratamiento no concede al terapeuta el privilegio de saber lo que es bueno o malo para quien se ha puesto de buena fe en sus manos. Ese rol no debe disimular que ese supuesto saber sobre el otro es tan débil como su saber acerca de su propia vida.  ¿Qué potestad le da el derecho a opinar sobre si el paciente debe divorciarse, cambiar de trabajo o mudarse de casa? ¿Acaso él está seguro de las decisiones a tomar en su propia vida?

4. Desconfíe del psicoanalista que le cuenta sobre su vida y se muestra como modelo de identificación.  El buen psicoanalista suele ser silencioso pues sabe que la sesión es el lugar para el habla de quien necesita conocerse mejor, encontrarse en su propia historia (aunque los que son demasiado silenciosos quizás es porque no tienen nada que decir).  El que alguien gane dinero trabajando como psicoanalista suyo no significa que sea una persona más sana ni mejor que usted, simplemente, en el mejor de los casos, ha desarrollado el conocimiento teórico y práctico de un instrumento que lo habilita para ejercer, de la misma manera que un cardiocirujano no supone ser mejor que su operado porque éste lo necesitó para que le coloque un stent en su coronaria.
5. Su psicoanalista no debe tener con usted otro contacto corporal mas que el saludo.  Si durante el tratamiento ese pretendido "psicoanalista" pasa a la acción para "darle" el cariño que a usted le falta o para "enseñarle" a percibirlo está cometiendo lo que se llama un "acting out", actuar sus propios deseos, violando su misión que es la de ayudar a obtener cariño en el mundo de lo real no en el consultorio.  A propósito del erotismo disfrazado de tratamiento me permito darle un consejo: nunca se embarque en una relación afectiva con quien pretende o pretendió ser su psicoanalista.  La idealización que usted deposita en él o en ella por su anhelo de curarse conduce al conocido "amor de transferencia".  Esa idealización no resiste al mal aliento matinal, además es iatrogénico y perturbador tener relaciones sexuales con quien, por efecto de lo transferencial, está investido de proyecciones edípicas e incestuosas.  En algunos países la consumación sexual del vínculo psicoterapeuta-paciente es considerado mala praxis.  Yo estoy de acuerdo.

6. No permita que la frecuencia de sus sesiones sea fijada por razones económicas.  La crisis de nuestro país hizo que las tres sesiones por semana habituales años atrás, descendieran a dos y que últimamente lo corriente sea la única semanal. Su terapeuta debe tener honestidad de informarle, de acuerdo a un correcto diagnóstico, cuál es su recomendación al respecto.  En función de ello ambos buscarán una solución sí son necesarias más de una sesión semanal: una disminución de honorarios, el compromiso de pago futuro, algún otro recurso aunque nunca un servicio personal.

7. Un buen psicoanalista sabe que debe mantener a ultranza un riguroso respeto del "encuadre" dentro del que se desenvuelve su tratamiento, no sólo para establecer el indispensable clima de confianza para el sinceramiento de su paciente, sino también porque la realidad debe interferir lo menos posible en la indispensable dimensión simbólica e imaginaria.  Si es reiteradamente impuntual, si las sesiones son interrumpidas por llamadas telefónicas o por el ingreso de otras personas, si son frecuentes sus viajes y los cambios de días y horarios, despídase.  El campo del psicoanálisis requiere una "asepsia" tan rigurosa como la del quirófano.

8. Si lleva usted varios años en tratamiento y tiene la clara sensación de que esa relación se ha aburguesado y que ya no depara sorpresas como antaño, que se repiten tanto sus relatos como las intervenciones terapéuticas y que se ha ido generando una rutina "psicoanalítica" que se parece demasiado a un matrimonio aburrido, extienda sus alas y levante vuelo.  Mucho más si llega a sospechar que usted se ha transformado en la cuota de algún colegio privado.

9. Es insostenible, salvo casos de excepcional indicación, que si está usted deprimido o angustiado, quizás como efecto deseado del mismo tratamiento, su psicoanalista no apele a los eficaces psicofármacos con que se cuenta en esta época de revolucionario avance de la neuropsiquiatría.  El hecho de que la mayoría de quienes practican hoy el psicoanálisis no son médicos no debería ser óbice para indicar una consulta con un especialista habilitado para medicar y continuar el tratamiento en conjunto.  Un conocido mío que fue tratado por un cuadro depresivo durante varios años sin ser medicado denunció a su psicoanalista por mala praxis y la justicia le dio la razón.  Recordar que en los inicios de su carrera médica Sigmund Freud se dedicó a la investigación neurobiológica y cuando abrió su primer consultorio en Viena debajo de su nombre en la placa de la puerta de calle podía leerse "neurólogo".

Si luego de leer estos consejos usted confirma que su terapeuta es alguien confiable y se comporta de manera profesional tenga por seguro que ha tomado la mejor decisión posible al acudir a un tratamiento psicoanalítico para resolver sus problemas.  Se lo aseguro por experiencia propia como paciente en una etapa crítica de mi vida.


Pacho O'Donnell
(Psicoanalista, historiador y escritor)


Extracto de una nota publicada en la Revista Noticias

febrero 13, 2011

Consecuencias de la invención lacaniana del objeto a para la experiencia psicoanalítica



Entre Freud y Lacan… el objeto a

“No hay manera de no ceder en el ser
para tratar de obtener, del Otro, algún sentido
que garantice la mera entrada en la estructura” (1)


Según Lacan el objeto a fue su única invención.  Y vaya invención, entonces, si se la considera como el concepto que permite pensar a la clínica psicoanalítica de una manera diferente a lo que hiciera Freud en cuestiones tan fundamentales como la dirección de la cura y el fin de análisis.  Lacan logra esencialmente con este concepto dar una “vuelta más de tuerca” a todo lo que Freud había creado. 

Buscando entonces, las consecuencias de esta invención, sería interesante poder definir al objeto a, pero ahí comienza la primera de las dificultades cuando se quiere teorizar al respecto: no hay una definición.

El objeto a es: resto, plus de goce, causa de deseo, objeto del fantasma, objeto de identificación en la melancolía, etc., etc.  Todas definiciones huecas sino se las puede aplicar al tratamiento con pacientes y a la vez todas definiciones infinitas en lo que sería el desarrollo teórico de cada una.  Y es este intento lo que ha llevado a los analistas a pensar la clínica en relación con la lógica de la falta. Y esto es así porque a partir del objeto a surge un sujeto, pero es tal su singularidad que solo existe conceptualmente, es un objeto ausente, una falta.

A pesar de su dificultad para ser aprehendido, hay cuestiones de la clínica que hablan por él.  Una es la angustia.  Lacan decía que la “más patente manifestación de que el objeto a ha intervenido es cuando surge la angustia”.  Otra: como resto de la imagen especular, conduciendo así al imaginario.

La relación que debe tomarse entre angustia y objeto es la rectificación que hace Lacan a lo que Freud dijera de la angustia.  Para Lacan “la angustia no es sin objeto”.  Y no habla del objeto que la causa, sino de este inasible objeto a.

Si el sujeto es el destinatario del psicoanálisis, como máximo exponente de la clínica y es a partir del objeto a que surge un sujeto, es fácil pensar la importancia que éste tiene para la dirección de la cura.

Viñeta de caso clínico: paciente que consulta por la angustia que le causa no poder separarse de su mujer… de su madre y de su hermana.  Todo el dinero que hizo trabajando no alcanza para satisfacerlas, siempre le reclaman algo más. “Siempre creí que cuando les diera todo a mi madre y a mi hermana (casa, negocio, dinero) iba a poder ser feliz, pero no fue así y ahora mi mujer también reclama cada vez más”.

El goce que este paciente sostiene está en su posición fálica, donde su condición económica le permite proveer a toda su familia que lo demanda en forma desmedida.

Ha ido creando una existencia a partir de una madre voraz a la que su padre no pudo poner freno (o al menos no el suficiente) y él tampoco.  Cada madre tiene su medida fálica y son identificables en el discurso del análisis, en las formaciones del inconsciente o en la asociación libre.  Pero en todo esto también está en juego el objeto a, que no es identificable pero va dejando huellas en el sujeto.

Es su angustia la que permite pensar de qué manera está operando el objeto a, ya que es ella la que habla por él.  Su “ubicación” dependerá del entramado lingüístico desplegado en el análisis para que a través del simbolismo, que revela al objeto, pueda perfilarse la “falta que falta” causante de la angustia.  Queda claro que el objeto a nunca podrá cifrarse en el inconsciente porque no forma parte de los símbolos, no es un significante. 

Este simbolismo del que nos valemos en análisis, se vuelve dificultoso para un sujeto como éste que actúa impulsivamente y sin poder “frenar” para pensar lo que dice o lo que quiere decir.  A su vez, es esta impulsividad la que lo ayuda a mitigar la angustia.  Se genera así un círculo en el que el objeto a amenaza con perderse ya que sin angustia y sin simbolismo, difícil será rastrearlo.  Pero todo análisis cuenta con la “fidelidad” de ambos (angustia y simbolismo) ya que la primera es lo que trae al sujeto a la consulta y el segundo lo que hablará de ella.

Pero así como se menciona lo simbólico, también hay que incluir lo imaginario (lo que el otro demanda, en el caso de este paciente, madre, hermana y esposa reclamando continuamente, o para decirlo de otra manera: él entiende que ellas le demandan cosas todo el tiempo sin poder decirles que no).  Y aunque estemos en lo imaginario, el objeto a tampoco será imagen, aunque se puede incrustar en ella como una astilla. 

Y lo real (su relato y su forma de mostrarse, que aquí se patentizan como agobio e impotencia ante la situación, mostrándose como una víctima de las mujeres que lo rodean, y en un estado de impulsividad con el que se maneja a diario).

En este anudamiento de RSI se alojará el objeto a y habrá que ir a buscarlo a través del arduo trabajo del análisis ya que como decía Lacan: “el sujeto de modo alguno podrá ser situado de manera exhaustiva en la conciencia, ya que ante todo y primitivamente es inconsciente”, y sin duda aquí radica la dificultad por tratarse de un terreno en el que el paciente todo lo desconoce.

Si se toma otra de las formas del objeto a: “lo que el sujeto resta al Otro” para vehiculizar su propio deseo, se puede ver en este paciente como su deseo queda preso al no poder restarle a la madre parte de su gran voracidad, extendiéndose luego a la hermana y a la esposa.

Es interesante pensar el lugar en el que él se coloca al pensar que su esposa, según sus dichos, se parece a su madre; como parece “atraer” o “buscar” este tipo de mujer de la cual se queja y de las que no se puede desprender.  Freud decía que “esto se debe a un estrechamiento en el mecanismo del yo, produciendo una limitación del campo de interés que excluye cierto tipo de objeto precisamente en función de su relación con la madre”.  Estos son los extremos de la tan conocida cadena que forman la Inhibición primero y la Angustia después.

Respecto de la madre, queda ubicado como el falo, al no poder restarse de ese lugar, siendo atrapado por una neurosis infantil que hoy en día le cuesta tramitar.

Esta filiación con el Otro, acompaña al sujeto durante toda su vida, marcando cada paso, decisión y/o elección que haga y en el éxito que tenga en disolver el vínculo, o sea en acceder a la certeza de la inexistencia del Otro, verá surgir su propia existencia, que en el mejor de los casos dará lugar al amor.

Este paciente no ha podido desconsistir al Otro, su madre, ya que ha seguido demandando y demandando, sin que él pueda “frenarla”; así es como no logra tramitar un amor genuino y aparece esta idea de que debe separarse de ella para encontrar un poco de paz.

El dejo melancólico que a su vez presenta, lo lleva a creer en el goce del Otro.  Un Otro voraz que a su vez lo culpa por gozar pasivamente en esta fusión que los liga.  El sentirse gozado puede conducir al extremo de causar perjuicios sobre sí mismo en el afán de eliminar a ese Otro.  Y en palabras de Lacan que nadie podría expresar más claramente: “No es por nada que el sujeto melancólico tenga semejante propensión, siempre cumplida con fulgurante, desconcertante rapidez, a tirarse por la ventana.  La ventana, en la medida en que nos recuerda el límite entre la escena y el mundo, nos indica el significado del acto por el que en cierto modo el sujeto vuelve a esa exclusión fundamental en la que se siente, en el momento mismo en que, en el absoluto de un sujeto, absoluto del que sólo nosotros, los analistas, podemos tener una idea, se conjugan el deseo y la ley.”  Esto habla de la gravedad que puede presentar este tipo de pacientes.

Esta madre, este Otro, tesoro de los significantes, no ha sido agujereada correctamente por este hijo para poder instaurarse como sujeto dividido, sostenido por el fantasma que lo conducirá a una metonimia deseante.  Si esto hubiera ocurrido dentro de parámetros más satisfactorios habría un sujeto con una existencia menos angustiante y culposa que la que lleva.

“Qué me quiere el Otro”, pregunta ésta del fantasma, encuentra aquí como respuesta una pura demanda por parte de las mujeres que lo rodean, no logra agujerear ese universo de discursos y se transforman en una amenaza.

El lenguaje sin agujero es  intrusivo, perseguidor, destructor y fragmentador y esto ha sido así porque esta madre no pudo dirigirse al hijo más que con consignas de crianza.  No dejó entrever en sus dichos que su apetencia fálica se debe a la operación paterna que opera en ella.  La palabra del Otro cuando se dirige al sujeto, debe nutrirse de su propio vacío, de su deseo, cuando no es así, solo imparte imperativos de goce.

¿Será todo este conjunto de cosas que lo aquejan y le causan angustia, esas bizarrías del yo de las que habla en su libro Silvia Amigo y que son causa de un objeto a positivizado?  Oscuro Objeto del Otro.  Seguramente…

Si se piensa entonces, al objeto a como el objeto que cae, que es expulsado como resto de sentido del significante causa de goce, se puede encontrar aquí una función muy empobrecida, ya que el significante causa de goce no termina de caer.  El goce sigue circulando y angustiando. 

Lo que se resta a la imagen especular, causa del deseo, se desliza en una metonimina y no termina de capturarse; resto del sujeto al Otro como causante del propio deseo.

La tarea del análisis sería negativizar al objeto a, lo que permitiría un sujeto con una posición inconsciente para el deseo.  

Si en la neurosis obsesiva, como sería este caso, el deseo se presenta como imposible, en su fase patológica, debería pasar a ser el motor del deseo permitiendo conseguir las cosas anheladas.  Este paciente obtiene grandes logros económicos que no le interesan, pero en lo que respecta a las cuestiones sociales y familiares no es capaz de convertirse en el hombre que quiere ser.

El final de análisis para Lacan modifica la visión que tenía Freud y esto es debido a la introducción del objeto a.  Freud lo planteaba en relación a la posición del sujeto con el falo y en cambio Lacan lo relacionará con ese objeto que cae por fuera de la dialéctica fálica y será lo que de lugar a lo que uno es para el Otro.  Cuando se logra construir ese objeto, al final del análisis, ya no será una cuestión fálica, sino que habrá una destitución subjetiva: “yo no soy ese objeto para el Otro”.  El fin del análisis será la caída del objeto a.

Objeto a y falo, igual que Lacan y Freud, no se invalidan mutuamente, sino que se articulan en la clínica.

Entonces, este objeto a, única invención de Lacan, concepto inasible en la clínica e imposible de definir, resulta ser tan revolucionario en la práctica psicoanalítica que sin él el psicoanálisis seguiría siendo freudiano y no lacaniano en lo que respecta a la dirección de la cura y al fin de análisis.

 Lic. Sandra M. Leal 
 



(1) Amigo, Silvia: Clínicas del cuerpo, pag. 156

enero 18, 2011

Embarazo adolescente

El embarazo adolescente existió siempre, sólo que antiguamente era considerado "normal" o "natural" el hecho de que las adolescentes se embarazaran, se casaran a los 15 años.  Las que no se casaban, de acuerdo a las normas morales de la época, entregaban a su hijo a sus padres, conviertiéndose los abuelos en padres y la madre en hermana del primogénito.

También estaban las que quedaban expuestas a las manos sucias de alguna curandera, quién les arrancaba el sueño de ser "mamá".
Estas cuestiones existen desde tiempos inmemoriales y son tratadas según las nomras culturales vigentes de cada momento histórico-social.

Muchas veces se asociaba "embarazos precoces" a la falta de información sexual y al tabú de la sexualidad.  Hoy en día los tiempos son otros y más que des-información existe una sobre-información, donde los jóvenes en muchas ocasiones no llegan a procesar simbólicamente la información que reciben.
En un artículo del diario Clarín de junio de 2004 se hizo referencia a un relevamiento que se produjo en maternidades públicas del país, donde la mayoría de las chicas embarazadas, no iban a la escuela ni trabajaban y eran de bajos recursos.
Información parcial respecto al tema porque cabe aclarar que las jóvenes embarazadas de la clase media o alta no tienen generalmente a sus hijos en hospitales públicos.

Del artículo mencionado surge también que las chicas que si asisten a la escuela, generalmente abandonan cuando nace su chiquito, por vergüenza, discriminación o falta de contención.
Sería importante que todos los actores sociales que participan, de algún modo de estas cuestiones pudieran reflexionar sobre este tema.  La posibilidad de tener un hijo da sentido a la vida y contornea un proyecto posible.  Debería pensarse políticas educativas acordes a las necesidades contemporáneas de las adolescentes.

La maternidad es un acontecimiento que marca un antes y un después en la vida de toda mujer, donde la creatividad alcanza su punto máximo, siempre y cuando se desarrollen las condiciones necesarias para que se produzca.  Y, al mismo tiempo, requiere que se tome con responsabilidad, ya que esa personita que viene a la vida depende absolutamente de su mamá y su papá.  El ser humano necesita de otro para constituirse como sujeto, Otro que le hable amorosamente, que lo mime, que lo signifique, que lo mire, de lo contrario puede enfermarse y hasta morirse.
La noticia de un embarazo, trae consigo una diversidad de emociones y sentimientos, tanto en la mujer, como en el hombre.  También, es un momento de crisis, ya que, además de los cambios corporales por los que irá atravesando la futura mamá, se avecinan otros cambios en el seno de la pareja, y en la dinámica familiar.  Ahora, cuando quien está embarazada es una adolescente, surgen además otras cuestiones.

Lo primero que aparece es la pregunta del por qué, qué falló ahí, ¿la prevención?, ¿la falta de información?; como así también la incertidumbre ¿qué hacer?, ¿cómo afrontar esta situación?.  Preguntas que surgen desde los adolescentes "embarazados", sus padres y el ámbito escolar.
Desde la perspectiva psicológica, el "embarazo precoz" es siempre un llamado de atención para la familia.  Los padres tendrían que interrogarse acerca de que le está pasando a su hija para embarazarse a esa edad.

Una reflexión aparte merece la situación de niñas de hasta 10/11 años embarazadas que generalmente, han sido abusadas por algún familiar o miembro  allegado a su entorno familiar, reflexión que no es motivo de esta nota.
Si pensamos en torno a las causas del incremento de embarazos en la adolescencia, podemos hablar del inicio precoz de relaciones sexuales, la no utilización de métodos anticonceptivos (a veces, por falta de información), desintegración familiar, poca comunicación con los padres, entre otras cosas.

Generalmente estas mamás precoces son precoces porque no han podido transitar por su adolescencia.
En general, estos embarazos, no son planificados, por lo que la adolescente puede adoptar diferentes actitudes que dependen de su historia personal, del contexto familiar y social.

Además de realizar los controles médicos necesarios, es sumamente importante que pueda recibir todo el apoyo y la contención que esta situación requiere.  En los hospitales, centros de salud y otras instituciones, cuentan con equipos interdisciplinarios, que pueden brindar asesoramiento y tratamiento terapéutico, no solo para la adolescente embarazada, sino para todo el grupo familiar.  Por que así como el embarazo despierta una suerte de miedos e inquietudes en la futura madre, en lo referente a sus proyectos, que de ahora en más cobrarán otro sentido, también sus padres se enfrentan a sus propios cuestionamientos y angustias.
No hay quedejar de prestar atención al papá adolescente, quien al recibir la noticia, se enfrenta con todos sus mandatos personales y sociales.  Hay quienes "se borran" de la situación, pero hay quienes se quedan.  Y ellos, necesitan también del apoyo y conteción terapéutica.

Lic. Andrea Pelosio
Lic. Stella Maris Rodriguez

enero 16, 2011

Consideraciones acerca del acting out

Este texto surge a partir de interrogar el estatuto que tiene el acting out en el trayecto de un análisis.

Lacan en su Seminario X "La angustia" señala que el acting out llama a la interpretación, pero la cuestión es saber si la interpretación es posible.  Concierne a la posición del analista en el concepción que éste tenga respecto al manejo de la transferencia, como va a intervenir: corte de la sesión, interpretación, construcciones, son sus diferentes modos.
Ahora bien, ¿qué es lo que le retorna al analista luego de su intervención?  ¿Hay del acting out en toda cura?  ¿Es posible fomentarlo?  ¿Es evitable?  ¿El acting out sólo debe ser considerado como una función correctiva de la posición del analista en la dirección de la cura?  ¿Es un llamado a la interpretación justamente porque es algo que ocurre para hacer entrar algo del orden de lo incomprendido?  Como entender ese out, ¿fuera de qué?

Phyllis Greenacre en un artículo titulado: Problemas generales del acting out, señala que tal vez la primera exposición sobre el acting out apareció en Freud en Psicopatología de la vida cotidiana, en los capítulos: Torpezas o actos de término erróneo y Actos casuales y sintomáticos, particularmente éste último ya que incluía ciertas aclaraciones sobre lo que más tarde fue llamado de ésta manera por Strachey, quien utilizó este término para el "agieren" freudiano en su traducción del texto de Freud de 1914 "Recuerdo, repetición y elaboración".
Me llamó la atención ésta indicación y releí dichos capítulos.

Un ejemplo de un acto casual que según Freud le mostró una profunda significación, fue en el curso de un viaje veraniego.  Dice así: "Tuve que pasar unos cuantos días en cierta localidad en espera de que vinieran a reunirseme en ella determinadas personas con las que pensaba proseguir mi viaje.  En tales días hice conocimiento con un hombre joven, que como yo, parecía sentirse allí solitario y que se me agregó gustoso.  Hallándonos en el mismo hotel, se nos hizo fácil comer y salir juntos de paseo.  Al tercer día, después de almorzar, me comunicó de repente que aquella tarde esperaba a su mujer, que llegaría en el expreso.  Esto despertó mi interés psicológico, pues me había ya chocado aquella mañana que mi compañero rehusase emprender una excursión algo larga y se negase luego, durante el breve paseo que dimos, a subir por un camino, alegando que era demasiado pendiente y algo peligroso.  Paseando luego por la tarde afirmó de pronto que yo tenía que sentir ya apetito y que no debía aplazar mi cena por causa suya, pues el iba a esperar a su mujer y cenaría luego con ella.  Yo comprendí la indirecta, y me senté a la mesa, mientras él se dirigía a la estación.  A la mañana siguiente nos volvimos a encontrar en el hall del hotel.  Me presentó a su mujer y añadió: Almorzará ud. con nosotros, no?  Yo tenía que hacer aún una pequeña comisión en una calle cercana al hotel, pero aseguré que regresaría enseguida.  Al entrar luego en el comedor vi que la pareja se había sentado al mismo lado de una pequeña mesa colocada junto a la ventana.  Frente a ellos quedaba una única silla, sobre cuyo respaldo y cubriendo el asiento se hallaba un grande y pesado abrigo perteneciente al marido.  Yo comprendí enseguida el sentido de ésta colocación, inconsciente, pero, por lo mismo, más expresiva.  Quería decir: "aquí no hay sitio para ti.  Ya no me haces falta".  El marido no se dio cuenta de que yo permanecía en pie ante la mesa sin poder sentarme.  La mujer en cambio, sí lo notó y dándole con el codo murmuró: "Has ocupado con tu abrigo el sitio del señor".


En este y otros casos análogos me he dicho siempre que los actos inintencionados tienen que ser de continuo un manantial de malas inteligencias en el trato entre los hombres.  El que los ejecuta ignora en absoluto la intención a ellos ligados, y no teniéndola, por tanto, no cuenta, no se considera responsable de los mismos."


Subrayo de éste ejemplo el "dar a ver algo a otro" y la "no responsabilidad del hecho".


¿Qué se entiende por acting out?


El acting out es algo que se muestra, es un dar a ver a otro y tiene un acento demostrativo.


Lacan señala en el Seminario IV Las relaciones de objeto y las estructuras freudianas, que hay casos en los que vemos al sujeto expresar mediante un acting out, es decir en el plano imaginario, lo que en la situación se encontraba simbólicamente latente.  Toma allí el ejemplo de un sujeto que intenta por primera vez una relación real con una mujer, lo consigue más o menos bien gracias a la ayuda de la mujer pero a continuación se entrega a un exhibicionismo, muestra su sexo al paso de un tren internacional.  El sujeto se ve forzado a dar salida a algo, este exhibicionismo es la expresión o la proyección en el plano imaginario de algo cuyas repercusiones simbólicas, él mismo no había comprendido del todo, que podía ser capaz de tener una relación normal con cualquier otro.


Subrayo esto último: "algo que no había comprendido del todo".


Lacan toma del artículo de Freud "Sobre la psicogénesis de un caso de homosexualidad femenina", de 1920, la escena que la joven monta frente a los ojos de su padre como un acting out.


Recordemos sucintamente su presentación.  Ella se muestra con la dama, una cocotte de dudosa reputación, a la cual corteja cual caballero en público.  Hay un desafío que se pone de manifiesto y lo que recibe es la mirada colérica de su padre.  Esto la conduce al pasaje al acto, ese dejarse caer.  Todo esto ocurre seis meses antes de la consulta que el padre de la joven realiza a Freud y que es motivo desencadenante de la misma.


¿Cuál es la interpretación que conviene a ese acting out?  Podemos reconstruir a partir de lo que contamos en el historial, que el mensaje al padre podría ser éste: Mira como se ama a una mujer".


Ese acting out es anterior al encuentro con Freud.  Aquí hay una cuestión interesante respecto a la transferencia que quiero revelar.  Lacan dice: "El acting out es un AMAGO de la transferencia".  ¿Qué quiere decir amago?  El principio de algo que no llega a realizarse completamente.  Un simulacro, una simuilación.  Y Freud así nos lo describe:


"El análisis transcurrió casi sin indicios de resistencia, con una viva colaboración intelectual de la analizada, pero también sin despertar en ella emoción ninguna".


Dice Freud: "En una ocasión en que hube de explicarle una parte importantísima de nuestra teoría, intimamente relacionada con su caso, exclamó con acento inimitable: ¡Qué interesante todo esto!  Su análisis hacía la impresión análoga a la de un tratamiento hipnótico, en el cual la resistencia se retira igualmente hasta un cierto límite, donde luego se muestra incoercible".


"Aquí podemos dar cuenta de la increencia neurótica".  Todo esto estaría muy bien si yo creyese lo que éste señor me dice, pero no le creo una palabra y mientras así sea no tengo porque modificarme en nada".


Es interesante el señalamiento que Freud hace respecto de la hipnosis, para ver lo que en ésta se juega como sugestión, a diferencia de la transferencia, de la instalación del sujeto supuesto al saber, es decir un saber puesto a trabajar.


Veíamos que ese acting out es anterior al encuentro con Freud, pero otra cuestión es cuando éste ocurre durante el trayecto del análisis.  Tal es el caso que Lacan trabaja en diferentes Seminarios y en La Dirección de la cura, que es la intervención que Ernest Kris expone en un artículo titulado Ego Psichology and interpretation in psychoanalytic therapy.


"Es un joven científico de unos 30 años, que ocupaba con éxito una posición académica respetable sin poder alcanzar una más elevada por ser incapaz de publicar sus amplias investigaciones.  Esta era su queja principal y fue lo que lo condujo a proseguir un segundo análisis.  Su vida estaba trabada pues lo embargaba el sentimiento de ser un plagiario: "estaba bajo la presión constante de un impulso a usar las ideas de otros".  Kris comenta: "estaba a punto de materializar un plan de trabajo concreto, que iba a ser publicado, cuando de repente, un día su paciente le dice que acaba de descubrir en la biblioteca un tratado que había sido publicado hacía unos años y en el que se encontraba desarrollada la misma idea central de su trabajo".  Señala Kris que el tono paradójico de satisfacción y exaltación al relatarle esto lo lleva a indagar con todo detalle sobre el texto que su paciente temía plagiar.  No se contenta con los decires de su paciente y concurre a la biblioteca a verificar esto que ha sido dicho, a fin de constatar la veracidad del discurso analizante.  Llega a la conclusión que la tesis de su paciente es original.  Dice Kris: "Una vez asegurada esta pista todo el problema del plagio se presentó bajo una nueva luz".  Interpreta a su paciente que se cree un plagiario tomando la vertiente del deseo como defensa.  La interpretación es como sigue: "Que toda su conducta está trabada porque su padre nunca llegó a producir nada porque estaba aplastado por un abuelo grand-pere, quien sí era un personaje harto constructivo y fecundo.  Necesita encontrar en su pdre a un abuelo, a un gran padre, capaz de hacer algo, que él satisface esa necesidad forjándose tutores, tutores más grandes que él, en cuya dependencia se encuentra a través de un plagiarismo que luego se reprocha, y con cuya ayuda se destruye.  Satisface con ello una necesidad que ha atormentado toda su infancia y, en consecuencia, dominado toda su historia".


Dice Lacan: "Sin duda la interpretación es válida".  Pero, ¿cómo reaccionó el sujeto ante ella?  Vuelvo a la pregunta ¿qué es lo que le retornó al analista después de su intervención?  Su paciente se queda callado, guarda silencio.  A la sesión siguiente le relata que al salir de la sesión va a un lugar en el que hay atractivos restaurantes y concurre a uno de ellos para comer su plato preferido: sesos frescos".


¿Cuál es la significación de este acto de incorporación oral?  Lacan nos lo dice así:  "El paciente le dice, te has equivocado, no has dado en el blanco".


La interpretación de Kris del deseo en su estatuto de defensa, se dirige al yo del paciente y provoca ésta reacción.  Esa interpretación no alcanza al sujeto, no lo toca en alguna verdad.  ¿Por qué?  Al creerle Kris a su paciente de ser un plagiario, lo inocenta, y desconoce el saber con el  que él cuenta. Su paciente no tiene la menor idea de que puede tener una idea propia, los sesos frescos constituiyen un símbolo de esto, de lo original de una idea.


Lacan señala que el acting out tiene un valor correctivo, es aquello que indica una rectificación en la dirección de la cura.  Es ahí que cabe la pregunta respecto a aquello que no pudo ser leído, que sabemos que siempre es a posteriori.


Me interesa remarcar que la interpretación no dio en el blanco, que hubo una precipitación por parte del analista, su paciente no podía escuchar aún eso, ilustra lo necesario de un tiempo de comprender, que se va llevando a cabo paulatinamente en un análisis.


Lacan en su Seminario I "Los escritos técnicos de Freud" dice que cuando se intenta elaborar una experiencia lo que cuenta no es tanto lo que se comprende como lo que no se comprende.  La corriente de los postfreudianos, Kris, Hartman, Lowenstein, ponían el acento en el "insight", ese caer en la cuenta sin que medie ese tiempo.


El acting out sería este especial modo de recordar, actuando aquello que precisa de un tiempo de simbolización.  Falta el tiempo de comprender.  En esa puesta en escena hay un fracaso de la función de la negación, la función del juicio no opera como tal, hay un ser llevado a realizar cierta acción sin que medie la reflexión.  Del sintoma el sujeto se queja, carga con su melestia y con su pregunta.  El acting out puede pasar desapercibido y a menudo relatado como por casualidad y sin que se plantee la pregunta por su sentido.  El acting out llama a la interpretación por eso es inconducente interpretarlo.


Jean Allouch en su artículo Una terna freudiana: acto, acting out y acción, dice: "En el acto analítico el psicoanalista se presta a soportar la transferencia.  El que se niega a este acto recibe acting out como equivalente de la transferencia rechazada.


Lic. Juana Nora Sak